Hay experiencias personales que por una u otra razón se
convierten en una especie de leyenda urbana, y que perduran en la memoria de la
gente de a pie, dejando huella en el inconsciente colectivo.
Algunas de estas experiencias son contadas en primera
persona, y quedan reflejadas en un blog, charla o libro. —Es el caso de Ibán
Bermúdez Betancor y de su obra: "Cuando abracé la Vida".
El hecho de sanar un cáncer y de tomar la decisión de
hablar sobre ello, conlleva a desvelar una serie de claves vitales —nunca mejor dicho, que además de salvar vidas, también pueden servir
de aliento a personas que acompañen a un enfermo; como familiares, amigos, y profesionales
del sector terapéutico, incluyendo a cualquiera de nosotros que en apariencia
gozamos de vida.
Quizás, llegado el momento de ponerle título a su libro, Ibán sintetiza su experiencia
en un motivador mensaje con acierto poético:
Ibán suele decir en sus charlas, blog, o vídeos publicados en Youtube, que después de que le comunicaran que padecía cáncer, salió del hospital, se replegó en sí y se reafirmó en su fuero interno diciendo varias veces algo así como: "Yo quiero vivir".
De esa forma, como un reclamo a la vida o como un manifiesto, "Ibán pasa de la no vida, a la vida consciente". Quizás, de vivirla dormido a vivirla despierto y agradeciéndola.
Y aunque estamos dotados de vida como otros seres vivos, el ser humano tiene consciencia y capacidad para reconocerla, —o como dice Ibán, "abrazarla".
Se podría decir que se trata de un bautizo auto-consciente. De que estamos vivos y que disponemos de un tiempo preciso y maravilloso para llevar a cabo nuestra voluntad más íntima e interna, si elegimos vivir materializando nuestros sueños, proyectos y compartiéndolos.
A su vez, supongo que un paciente está en una mejor
posición para sanar, al comprender que si una enfermedad se somatiza en el cuerpo,
es señal de alarma y de que algo está ocurriendo a nivel interno. Es decir:
Posiblemente, —como hizo Ibán, el paciente contacte con
su ser íntimo y fuerza interior, para asentir y confirmar su voluntad de sanar
y vivir. Es una decisión: "el paciente co-opera sanándose internamente".
Así parece que se extrae de la experiencia en torno al ejemplo
de Ibán.
Por tanto, creo que aprendemos mucho de él, en el
sentido de que uno le pone intención a su voluntad, se escucha y decide internamente
los cambios necesarios que debe de realizar a nivel mental, emocional, de acción y actitud, para transformar la enfermedad en sanación.
Posiblemente, esta misma forma de proceder sea extensible
a la capacidad que tiene el ser humano de evolucionar y superarse ante
cualquier obstáculo de fondo. Es una cuestión de empoderamiento personal, —o quizás, de soberanía espiritual.
No hay que pasar por alto, que durante el período de recuperación de Ibán y acompañado
de personas afines y terapeutas de andadura, llegó a la conclusión de concebir la
enfermedad con gratitud y de realizar los ajustes internos necesarios para
transitar por senderos que no conduzcan a ella, sino a vivir abrazando la
existencia y también abrazándose. —No como un acto narcisista, más bien, a razón
de que el amor comienza en uno mismo. Así que estando
bien consigo, estamos en un mejor lugar para amar a los demás.
También se intuye que si el
paciente tiene la certeza consciente de "querer vivir", automáticamente se
activarán los mecanismos internos para sanar, —y como suele decir Ibán:
Quizás esta existencia pasa por pensar, sentir y actuar sin contradicciones. Permitirse
sentir el corazón haciendo uso de la razón: al unísono. Siendo coherentes hacia
nosotros mismos en primer lugar, y por ende, hacia el entorno y las personas
que nos rodeen.
Así es como "Cuando abracé la Vida" se convierte en ese tipo de historias o
leyendas urbanas, que pasan a ser un referente para la humanidad y que
transmiten un profundo mensaje:
—Y así lo parece al aproximarnos
a la experiencia que Ibán comparte con todos nosotros.
De la No Vida a La Vida. Enfermedad y Autoconocimiento (II)
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